Además del temor ante las situaciones sociales, lo habitual es la aparición de síntomas fisiológicos como rubor facial, sudoración fría en manos y frente, temblor de la voz, tartamudeo, sensación de vergüenza y bloqueo emocional. Los síntomas pueden ser muy incómodos, por lo que hay quien opta por evitar la interacción social, pudiendo progresar a una auténtica fobia social.