RELACIONES TÓXICAS... NO GRACIAS.
Relaciones tóxicas... no gracias.
En una relación tóxica, una de las partes se comporta de forma abusiva y maltrata a la otra de forma sistemática, produce dolor o daño y puede provocar lesiones físicas o psicológicas graves. Las relaciones tóxicas son difíciles de detectar a priori, porque un maltratador potencial suele comportarse de forma muy seductora al principio y de forma progresiva va tomando una actitud dominante, volviéndose destructivo a medida que el paso del tiempo afianza la relación. Lo habitual es que el daño se produzca en el seno de la pareja y sea difícil de delimitar, porque la persona tóxica tiene habitualmente una personalidad narcisista o psicopática, de forma que tiende a aislar a la víctima con la finalidad de desarrollar el maltrato. Las víctimas, acaban permitiendo que el maltrato se normalice, pues son incapaces de ver el problema incluso cuando la familia o amigos le señalan qué la situación se ha vuelto anómala y lesiva.
Principales señales que son indicativas de que una relación es tóxica.
Son las siguientes:
1) las personas tóxicas aíslan a su pareja impidiendo que tenga amigos.
2) Son controladoras, investigan las redes sociales, revisan el móvil y planifican la vida de su pareja sin pedir opinión.
3) Ejercen una coacción psicológica continua, en la que la constante es la destrucción de la autoestima, el cuestionamiento de la inteligencia o el comportamiento de la pareja.
4) Utilizan el chantaje emocional de forma sistemática, son celosas, dominantes y agresivas.
5) Culpabilizan sistemáticamente a la otra parte de todos los problemas.
6) Recurren al maltrato físico para conseguir sus deseos y someter al otro.
7) Finalmente recurren al abuso sexual, a través de la imposición de prácticas sexuales denigrantes o la crítica sistemática del comportamiento sexual de la pareja cuando no ésta no accede a sus deseos.
Mecanismos mentales que utilizan las personas tóxicas para mantener el control de la relación.
Las personas tóxicas suelen tener una personalidad narcisista o psicopática, por lo que el control y el sometimiento de los demás es su objetivo, en la medida que les genera placer debido a la sensación de poder. Para ello es frecuente que elijan personas con rasgos de personalidad dependientes, qué son aquellas que están dispuestas a hacer cualquier cosa con tal de no ser abandonadas. No resulta infrecuente que estas últimas sean propensas a la idealización, al minimizar los defectos y dificultades que le genera la interacción con el abusador, ante la necesidad de ser queridas. Sin embargo, el maltratador es habitualmente un individuo abusivo e irrespetuoso, celoso, egocéntrico, con tendencia a la crítica sistemática y la degradación de los demás.
La persona maltratadora, abusadora o tóxica, se caracteriza por el uso de la mentira, el engaño, el abuso, la amenaza o la agresión, con el fin de dominar física y/o psicológica a la víctima. Utiliza todas estas medidas para mantener el sometimiento de la persona subyugada, que se ve forzada a asumir un rol pasivo en el que ha de delegar gran parte de las decisiones, dejándose guiar por la pareja y renunciando incluso a poder expresarse, para no ser denigrada o atacada. Las personas que caen en relaciones tóxicas suelen tener un perfil de personalidad dependiente, tienen baja autoestima y prefieren adoptar comportamientos pasivos con tal de no incomodar a los demás. Asimismo, suelen estar necesitadas de mucho cariño al sufrir carencias emocionales profundas, por intenso miedo al abandono y la soledad.
Donde puede aparecer una relación tóxica.
Las relaciones tóxicas no se limitan a las relaciones románticas y de hecho están más generalizadas de lo que comúnmente se cree. Se desarrollan en la familia, en el lugar de trabajo, en la pareja y en ciertos grupos de amigos. Pueden ser extremadamente estresantes, especialmente si la toxicidad no se controla de manera efectiva. Existe toda una graduación de conductas lesivas, que van desde pequeñas agresiones psicológicas sistemáticas, hasta el abuso físico o sexual.
Algunas personas son simplemente tóxicas porque agotan la energía de los demás con comportamientos negativos a través de quejas continuas, comentarios críticos y negatividad general. Otras, son aquellas que discuten constantemente para tener razón, demostrar que son más listas o señalar únicamente los defectos ajenos para minar la seguridad de los que le rodean. Por último, también las hay deliberadamente groseras e hirientes, que se sostienen a base de magnificar la inseguridad de los demás. Sin embargo, el mayor peligro reside en aquellas que abusan psicológica, física y sexualmente de sus víctimas.
Qué hacer si nos vemos inmersos en una relación tóxica.
El primer paso es reconocer que estamos atrapados en una relación tóxica. Entonces necesitamos hacer un análisis sobre lo que está sucediendo con el fin de elaborar un plan autoprotector. Si nuestra pareja presenta características compatibles con el perfil de un maltratador y nosotros nos encontramos cada vez peor a nivel emocional, es aconsejable contactar con un especialista que nos ofrezca un punto de vista imparcial sobre lo que nos está pasando.
En caso de que se compruebe que la persona es tóxica y que la relación que está estableciendo con nosotros nos está perjudicando, es necesario poner en marcha una serie de acciones:
1) La primera medida consiste en recuperar la dignidad y recobrar un rol menos pasivo en el que se ha de reclamar nuestros derechos como persona y dar la oportunidad al otro de que pueda rectificar sus actitudes. Es importante contar con la colaboración de aliados como familiares y amigos.
2) Exponer a nuestra pareja los problemas que observamos en la relación y la necesidad de dar un giro a la situación. Si nuestra pareja está dispuesta a colaborar y flexibilizarse, es capaz de entender que su actitud no es la correcta y muestra una actitud adecuada, tiene sentido dar recorrido a la relación y ofrecer una segunda oportunidad.
3) En el caso que la respuesta sea restrictiva, haya una escalada de agresividad por la otra parte, las amenazas verbales y físicas continúen, persista el sometimiento hacia nosotros y percibamos que la situación no va a cambiar, la única alternativa es cortar la relación y tomar distancia. No es infrecuente que las personas tóxicas no estén dispuestas a que la relación se termine, por lo que pueden reaccionar con mucha violencia pudiendo volverse muy peligrosos. Ante el menor indicio de que esto pueda suceder, es imprescindible tomar distancia para prevenir una agresión potencialmente grave. Refugiarse en la casa de los padres o en el domicilio de amigos tras abandonar el domicilio conyugal, es la medida más saludable para salir de una relación tóxica. Así mismo es aconsejable eliminar el número de teléfono para perder el contacto con el agresor y buscar protección en otras personas que puedan limitar el nivel de violencia que puede desarrollar la persona tóxica hacia nosotros. En los casos extremos se debe contactar con una asociación para personas maltratadas, con el fin de que nos protejan de potenciales agresiones.
BIBLIOGRAFÍA:
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